Lin Cortés camina entre la vanguardia pop y el inmenso territorio flamenco. Ha hecho un disco clarividente llamado ‘Gipsy evolution’ y se mueve con una banda que tiene un ‘groove’ intenso. Hoy lo presenta en la sala Galileo de Madrid con su banda e invitados de la categoría de Rosario Flores, Sandra Carrasco y Jorge Pardo.
Fue Jorge Pardo uno de los primeros músicos en ver la nueva dimensión de la música de Lin Cortés. «Estaba en Granada y apareció con su flauta poco antes de un concierto. Al rato dijo: ‘voy a por el saxo’». Lin Cortés recuerda con una sonrisa lo que dijo al final del concierto el que fuera flautista de Paco de Lucía: «Te voy a robar la banda». Y lo hizo de buena ley en unas ‘jam sessions’ por la costa andaluza que recuerdan alucinados los asistentes. Lin y el teclista de su banda Toni Romero habían participado en las sesiones del disco de Jorge Pardo «Historias de Radhna y Krishna» con resultados espectaculares.
Lin Cortés nació artista en Córdoba y era un preadolescente cuando murió Camarón. «Me quedé hecho polvo». Desde entonces ha sido actor secundario en las bandas de Raimundo Amador, Vicente Amigo o Rosario. Su disco ha tenido una elaboración lenta. «Esa voz tiene 100 años» exclama ante ‘El alma’, la colaboración de su tío, El Pele. «Eso lo grabé hace quince años fue un día de verano. Mi tío se presentó vestido impecable y se fue quitando ropa». El calor asfixiante queda reflejado en la grabación. «Ni en el mejor estudio del mundo serían capaces de sacar algo así».
En su familia todos cantan, aficionados al arte y las paellas. «Mi madre y mi tío El Pele tienen broncas para ver quien hace la mejor paella, siempre gana mi madre» hasta aquí lo que se puede contar, el resto puede herir la sensibilidad de las personas y las paellas».
«Yo compongo mejor cuando estoy jodido, pero eso no me pone mal, me gustan las canciones lentas». Esta visita a Madrid le dará para componer más de un tema. La primera noche, Lin realiza un ‘showcase’ en ‘Los Lunes Flamencos’ de La Fabrica, rescatados por Santi ‘Agapo’ y recordando las legendarias sesiones de la sala Revólver. Un día, el guitarrista de la banda se golpea violentamente contra el cristal de la puerta, hay que llamar a urgencias y tocar con uno menos. Al día siguiente en la visita promocional a radio Gladyspalmera, el guitarrista luce chichón, esparadrapo y angustia: «Me han dicho que la banda suena mejor sin mí». Risas. Lin se lleva una decepción al comprobar que no cabe toda la banda para improvisar un acústico pero sueña canciones como ‘Ángel negro’, que, ¡oh!, nombra la palabra «coño». «Estuve consultando aquí y allá, sobre todo porque en el tema participan Estrella Morente, Alba Molina y La Negra y me sentiría mal si ofende a alguien. De momento, me han dado un premio del Secretariado Gitano». La canción de marras es superlativa, una de esas que le hubiera gustado componer a Prince en uno de aquellos discos en el que daba rienda suelta a sus sueños más íntimos.
Antes de finalizar la entrevista Lin recibe la noticia de que ha desaparecido el teclado durante el traslado de instrumentos. Tras el disgusto decide que hay que salir adelante, como siempre.