Gipsy Evolution es el nuevo álbum de Lin Cortés, un ser humano de Andújar y Córdoba que lleva años determinando muchos conceptos, pero hasta ahora no le ha dado por evidenciarse en solitario.
Si ese ser humano, tal cual, hubiera nacido en Detroit y residiera en Los Ángeles, ya tendría veinte Grammy, estaría actualmente en su sexta gira mundial y cada año le esperarían en el Madison Square Garden de Nueva York. Pero es una combinación imposible, no podría suceder, porque para ser Lin Cortés es necesario haber existido rodeado durante años del mejor flamenco. Él es un ejemplo perfecto de que el flamenco va más allá de ser un arte, lo que él hace no tiende a ser flamenco en la forma, pero es imposible ser más flamenco en el fondo. Está tan de vuelta de todo que hace lo que le da la gana.
Ha tardado en aparecer con algo propio en solitario, Gipsy Evolution que no se parece a nada ni nadie. Un encuentro del mejor funk entre conceptos flamencos, un estilo propio que puede derivar en convertirse en uno de los principales artistas españoles del siglo XXI, si le da por centrarse en llevar una trayectoria estable y coherente.
El Alma es uno de los mejores temas del repertorio, una especie de curioso fandango sobre el que aparece Manuel Moreno Maya ‘El Pele’. En ese momento, en ese concepto, solo podía ser El Pele, volando impresionante con carácter seguiriyero sobre la base de fandango, con esa seguiriya del Romance de Juan Osuna, caracoleando pero sin imitar directamente a Caracol, porque El Pele es un mundo propio solo posible en él mismo. Del mismo modo que esa sonanta que remata los sonidos rozando el blues solo puede ser Raimundo Amador, y ese punto reconocible de cherokismo…
Hay una cosa que sucede en Gipsy Evolution, Lin Cortés se lleva a varios artistas a su terreno, y desde ahí reflejan lo mejor de sí mismos. La Negra es más La Negra que en sus discos en Ángel Negro, la canción del potorro, quizás el mejor momento de Gipsy Evolution. Princeando con «soníos negros» al nivel Prince por tangos, pero obviamente sin imitar a Prince, el artista actualmente conocido como Lin Cortés desarrolla un universo conceptual en un solo tema, de esas veces que solamente un temita cuenta y aporta más que la totalidad de la mayoría de los discos que hacen los seres humanos. De repente puede aparecer Estrella Morente cantando con la esencia de su padre Enrique aquellos versos de Manuel Machado sobre el poeta decadente, entrar Alba Molina viajando al futuro por bulerías para situarse en los setenta de sus padres Lole y Manuel… Los conceptos, las cosas.
La Primavera es totalmente un momento evolutivo post La Loca. Que buena pareja artística hacen María Toledo y Lin Cortés siempre que se les ocurre hacer inventos. Para redondear las cosas, la sonanta de Vicente Amigo siendo muy Vicente, lo que dije antes: Lin saca lo mejor de cada uno. Lo que saca Pepe Bao de sus bajos en la mayoría de los temas es asunto analizable.
Se monta un temazo con Charlie Cepeda al compás de un reloj, al terminar Me Sobra lo Demás de repente un reload de cuando Manuel Malou y Jorge Tejerina eran Los Golfos, el mundo real de las cosas en el Estrecho de Gibraltar se cuenta con sentimiento desde La Patera, suena una evolución interesante de la Niña de Fuego de Quintero, León y Quiroga, versos rumberos sobre igualdad y ecologismo variado con el trianero suizo Andreas ofunkilleando. Las cosas.
Si Gipsy Evolution se abre motowneando con elegancia en Ya Ves, termina pensando en lo vivido por bulerías progresivas, acercándose al rock andaluz para llevarse el asunto a un salto al vacío, atreviéndose a rematar con versos nuevos una estrofa de Pablo Neruda, saliendo ileso del intento. ¿Y el futuro? El futuro ya está necesitando que Lin Cortés y Tino di Geraldo se inventen cosas juntos, Tino es ese ser humano que terminaría de rematar esas cosas que pasan por la cabeza de Lin, y ellos lo saben.